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miércoles, 2 de octubre de 2013

TRAS LA BUSQUEDA DEL APOSTOL PERDIDO DE JESUS

TRAS LA BUSQUEDA DEL APOSTOL PERDIDO DE JESUS


Jesucristo en la última cena
Detalle de "La última cena" de Leonardo Da Vinci, el discípulo amado habría estado sentado a uno de los lados de Jesucristo.
 El misterioso “discípulo amado”, existe una explicación que ha quedado perdida entre las páginas del Nuevo Testamento.
Juan XIX, 25-27, Junto a la cruz de Jesús estaban su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Clopás, y María Magdalena. Jesús, viendo a su madre y junto a ella al discípulo a quien amaba, dice a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo.»Luego dice al discípulo: «Ahí tienes a tu madre.» Y desde aquella hora el discípulo la acogió en su casa.
¿Quién es este discípulo que permanece al pie de la cruz en los últimos momentos de Jesucristo? ¿Fue uno de los doce? ¿Fue más importante que Pedro? ¿Cuál es su nombre?
El “discípulo amado” sólo es mencionado en el cuarto evangelio, más conocido como el evangelio de Juan. Su figura es tan importante que, como relata el siguiente pasaje, estuvo sentado al lado de Jesucristo en la última cena.
Juan XIII, 21-25, Cuando dijo estas palabras, Jesús se turbó en su interior y declaró: «En verdad, en verdad os digo que uno de vosotros me entregará.»Los discípulos se miraban unos a otros, sin saber de quién hablaba. Uno de sus discípulos, el que Jesús amaba, estaba a la mesa al lado de Jesús.Simón Pedro le hace una seña y le dice: «Pregúntale de quién está hablando.» El, recostándose sobre el pecho de Jesús, le dice: «Señor, ¿quién es?»
La figura del “discípulo amado” vuelve a aparecer junto a Pedro en el sepulcro de Jesucristo. Ambos son los primeros, junto con María Magdalena, en llegar al  lugar donde estaba el cuerpo de Jesucristo.
Juan XX, 1-3, El primer día de la semana va María Magdalena de madrugada al sepulcro cuando todavía estaba oscuro, y ve la piedra quitada del sepulcro. Echa a correr y llega donde Simón Pedro y donde el otro discípulo a quien Jesús amaba y les dice: «Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde le han puesto.» Salieron Pedro y el otro discípulo, y se encaminaron al sepulcro.
Jesucristo
"Descenso de la cruz", Rembrandt.
Estos tres pasajes son pruebas serias de que existió un discípulo al que se llamó el “discípulo amado”.
¿Cuál es la versión oficial sobre la identidad de este personaje?
Según la Iglesia Católica, el apóstol Juan es el autor del cuarto evangelio y es también el misterioso “discípulo amado”. Sin embargo, existen pruebas para afirmar lo contrario
Si el apóstol Juan hubiera escrito el cuarto evangelio, se habría encargado de firmarlo o de dejar en claro que él era el autor. Más aún, cuando en esa época los relatos supuestamente escritos por los apóstoles tenían más acogida. Examinemos como termina dicho evangelio.
Juan XXI, 24, Este es el discípulo que da testimonio de estas cosas y que las ha escrito, y nosotros sabemos que su testimonio es verdadero.
La palabra clave es “nosotros”.  El autor de este evangelio es una comunidad, no una sola persona, que transmite los relatos que recogió de su líder y héroe, quien fue testigo ocular de los hechos y discípulo de Jesucristo. Si el apóstol Juan hubiera escrito el evangelio, estamos ante  dos opciones: el “discípulo amado” es el mismo Juan o es uno de los otros once apóstoles. La primera opción es un acto demasiado arrogante para un seguidor de Jesucristo,  y la segunda es muy improbable pues sería el único caso en el que un apóstol escribe un relato donde no es el protagonista. Sólo nos queda pensar que Juan no fue el autor de este evangelio.

Jesucristo
"San Juan el Evangelista", Nardo di Cione.
Entonces, si Juan no fue el autor ¿Podría haber sido quien le relató los hechos a esta comunidad?
No. Porque analizando el cuarto evangelio nos damos cuenta que esta comunidad tiene como objetivo principal reivindicar el rol y la memoria de un discípulo a quien se referían como el “discípulo amado”.  Lo más probable es que aquel a quien decidieron ensalzar con ese apelativo sea el que les relató los hechos de la vida de Jesucristo. En pocas palabras, el “discípulo amado” es el autor escondido del cuarto evangelio.
La pregunta que cabe hacerse es ¿podría ser Juan el “discípulo amado”?
En el siguiente pasaje la comunidad que escribe el evangelio menciona por separado a ambos personajes, el apóstol Juan (hijo de Zebedeo) y el “discípulo amado”
Juan XXI, 2-7, Estaban juntos Simón Pedro, Tomás, llamado el Mellizo, Natanael, el de Caná de Galilea, los de Zebedeo y otros dos de sus discípulos. Simón Pedro les dice: «Voy a pescar.» …Cuando ya amaneció…El discípulo a quien Jesús amaba dice entonces a Pedro: «Es el Señor», se puso el vestido – pues estaba desnudo – y se lanzó al mar.
Si Juan no es el “discípulo amado”, entonces ¿quién es este misterioso personaje?

Jesucristo y Maria Magdalena
Según algunas teorías María Magdalena podría ser el famoso “discípulo amado” de Jesucristo.”Maria Magdalena en la Tumba”, Antiveduto Grammatica.
Como hemos visto en la primera parte de esta historia, la Iglesia Católica no tiene mayor fundamento para sostener que el apóstol Juan es el autor del cuarto evangelio, y menos para identificarlo como el “discípulo amado” de Jesucristo.
Según muchos especialistas de la Biblia, el evangelio que la Iglesia Católica atribuye a Juan no fue escrito por el apóstol Juan. Investigadores como Michel Benoit, Raymond Brown, Richard Bauckham y John P. Meier, entre otros,  sostienen que este evangelio fue escrito por una comunidad cristiana cuyo líder y héroe fue el misterioso “discípulo amado”.
El libro “El Código Da Vinci” basado en la investigación de Michael Baygent “El enigma sagrado” sostiene que María Magdalena era el “discípulo amado”, aquel que se recostó en el pecho de Jesucristo durante la última cena. Revisemos las evidencias.
Juan XIII, 21-23, Cuando dijo estas palabras, Jesús se turbó en su interior y declaró: «En verdad, en verdad os digo que uno de vosotros me entregará.»Los discípulos se miraban unos a otros, sin saber de quién hablaba. Uno de sus discípulos, el que Jesús amaba, estaba a la mesa al lado de Jesús. Simón Pedro le hace una seña y le dice: «Pregúntale de quién está hablando.» El, recostándose sobre el pecho de Jesús, le dice: «Señor, ¿quién es?»
Este pasaje nos evoca inmediatamente el famoso cuadro de Leonardo Da Vinci, utilizado en la trama del libro de Dan Brown como clave para develar el misterio. Sin embargo, la imagen de la “última cena” que nos presenta Da Vinci, es un capricho de la imaginación del pintor que no tiene ningún asidero en las tradiciones judías de la época.

jesucristo
Mosaico de la iglesia Sant’Apollinare Nuovo de Ravenna que ilustra la última cena. Esta es la forma de mesa que se usaba para las cenas religiosas en la epoca. El autor ha representado erroneamente a Jesús en un extremo.
Para el investigador de la universidad de Oxford, D.E.H. Whiteley, el anterior pasaje sí nos puede revelar importantes pistas sobre la identidad del “discípulo amado” pero sólo cuando se lee a la luz de las tradiciones judías de la época.
En ese tiempo, las cenas religiosas se realizaban en mesas dispuestas en forma de herradura. Detrás de las mesas existían sofás donde los invitados se recostaban sobre su brazo izquierdo dejando el brazo derecho libre para poder alcanzar los alimentos. Whiteley nos cuenta que en estas cenas la disposición de los comensales respondía a una tradición bien definida. El anfitrión de la cena se sentaba a la derecha del invitado de honor, que en este caso era Jesucristo, y ambos se ubicaban en la mesa que formaba la parte central de la herradura.
El cuarto evangelio cuenta que el “discípulo amado” se recostó en el pecho de Jesucristo. Si asumimos, como plantea la tradición explicada por Whiteley, que Jesucristo estaba recostado sobre su brazo izquierdo, la única forma de que alguien se recostara sobre su pecho sería desde su lado derecho. Según la tradición el que tenía que estar a la derecha de Jesucristo (invitado de honor) era el propietario de la casa. El misterio que envuelve a este personaje empieza  a desvelarse.
El “discípulo amado” es entonces el propietario de la casa donde se realizó la última cena. Aún no conocemos su identidad pero sabemos que proviene de una familia adinerada que posee una casa grande en Jerusalén.
María Magdalena no es el “discípulo amado” porque en los  evangelios canónicos no se menciona que ella haya tenido alguna propiedad en Jerusalén. Si queremos terminar de descartar a María Magdalena, podemos citar algunos pasajes del cuarto evangelio donde ella habla con el esquivo “discípulo amado”.
Juan XX, 1-2, El primer día de la semana va María Magdalena de madrugada al sepulcro cuando todavía estaba oscuro, y ve la piedra quitada del sepulcro. Echa a correr y llega donde Simón Pedro y donde el otro discípulo a quien Jesús amaba y les dice: «Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde le han puesto.»
Algunos investigadores sostienen que este y otros pasajes fueron modificados a través de los años para ocultar la relación entre María Magdalena y Jesucristo. Sin embargo, si uno toma en cuenta las pruebas a favor y en contra, el caso de María Magdalena termina cayéndose por si solo. Seguramente, como sostienen muchos evangelios apócrifos, y relatos de la antigüedad, la Magdalena tuvo una relación muy cercana con Jesucristo, como establecen algunos evangelios apócrifos, pero esa es otra historia y una cosa no quita la otra.…

jesucristo
“La resurreción de Lázaro”, Duccio di Buoninsegna.
Otro conocido candidato al puesto es nada menos que uno de los  resucitados más famosos de la historia, nuestro querido Lázaro.
Juan XI, 3-5, Las hermanas enviaron a decir a Jesús: «Señor, aquel a quien tú amas, está enfermo.» Al oírlo Jesús, dijo: «Esta enfermedad no es de muerte, es para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella.» Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro.
Lamentablemente no podemos cruzar información con ninguno de los otros tres evangelios canónicos pues la resurrección de Lázaro sólo es relatada en el cuarto evangelio. Al parecer, este episodio pertenece a la tradición de la comunidad que escribió este evangelio. Probablemente, fue narrado por el “discípulo amado” a su comunidad. Esta lo incluyó en su relato pero se aseguró de que no se confundiera a Lázaro con el “discípulo amado”.  El texto, claramente, se refiere a Lázaro como “el que Jesucristo amaba” y no como “el discípulo amado”. Más adelante en el texto, para evitar cualquier confusión, la comunidad precisa  que “Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro.” relativizando el asunto y dejando en claro que Lázaro no es el “discípulo amado”.
Además, si bien Lázaro era de una familia acaudalada, no tenía casa en Jerusalén pues vivía en las afueras, en Betsaida.
Finalmente, investigadores como James Tabor sostienen que el “discípulo amado” era Santiago “el hermano de Jesús” pero las pruebas no son suficientes para construir el caso, y como veremos en el siguiente capítulo de esta historia, no encaja con las pocas pistas que nos llevarán a descubrir su identidad.

Jesucristo consolado por su madre.
"Jesucristo muerto consolado por su madre y por San Juan", Giovanni Bellini.
En nuestra búsqueda de la identidad del “discípulo amado” hemos descartado al apóstol Juan, a María Magdalena, a Lázaro, y a Santiago, el hermano de Jesucristo.
Tenemos en claro, que el “discípulo amado” fue quien dio el testimonio del cuarto evangelio, que proviene de una familia adinerada y que posee una propiedad grande en Jerusalén donde tuvo lugar la última cena.
¿Qué más nos revela un análisis ingenioso del evangelio escrito por la comunidad del “discípulo amado”?
Juan XXI, 20-23, Pedro se vuelve y ve siguiéndoles detrás, al discípulo a quién Jesús amaba…Viéndole Pedro, dice a Jesús: «Señor, y éste, ¿qué?» Jesús le respondió: «Si quiero que se quede hasta que yo venga, ¿qué te importa? Tú, sígueme.»
De acuerdo con el pasaje, el “discípulo amado” era tan importante para Jesucristo que Pedro recibió una respuesta tajante al preguntar porque este los seguía.
Lo cierto es que si era tan importante tendría que haber estado con Jesucristo desde un inicio, pues la importancia entre los apóstoles era determinada por su antigüedad en el movimiento. Un detalle que no hay que dejar pasar es que este evangelio es el único donde no se emplea la palabra “apóstoles”. Pareciera que el autor se sabía discriminado de la tradición apostólica, y en un intento por reivindicarse hubiera querido eliminar el concepto de los doce.
Según el erudito de la Biblia, Raymond Brown (1928-1998), el “discípulo amado” podría haber sido inicialmente un seguidor de Juan Bautista.
Juan I, 35-40, Al día siguiente, Juan (Bautista) se encontraba de nuevo allí con dos de sus discípulos. Fijándose en Jesús que pasaba, dice: «He ahí el Cordero de Dios.» Los dos discípulos le oyeron hablar así y siguieron a Jesús. Jesús se volvió, y al ver que le seguían les dice: «¿Qué buscáis?» Ellos le respondieron: «Rabbí – que quiere decir, “Maestro” – ¿dónde vives?» Les respondió: «Venid y lo veréis.» Fueron, pues, vieron dónde vivía y se quedaron con él aquel día. Era más o menos la hora décima. Andrés, el hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que habían oído a Juan(Bautista) y habían seguido a Jesús.
jesucristo
"El bautismo de Cristo", Annibale Carracci.
Como vemos, son dos los seguidores de Juan el Bautista que partieron con Jesucristo, pero sólo se menciona el nombre de Andrés, el otro permanece en el anonimato. Para Brown y otros investigadores, este discípulo anónimo es el “discípulo amado”.
Si seguimos analizando los pasajes donde aparece este discípulo sin nombre encontraremos importantes pistas para desvelar la identidad de nuestro personaje.
Lo volvemos a encontrar momentos después de la captura de Jesucristo.
Juan XVII, 15-16, Seguían a Jesús Simón Pedro y otro discípulo. Este discípulo era conocido del Sumo Sacerdote y entró con Jesús en el atrio del Sumo Sacerdote, mientras Pedro se quedaba fuera, junto a la puerta. Entonces salió el otro discípulo, el conocido del Sumo Sacerdote, habló a la portera e hizo pasar a Pedro.
La información contenida en este pasaje es decisiva en nuestra búsqueda. Una vez más, tenemos al “discípulo amado” camuflado como el otro discípulo, el que no tiene nombre. Tener la posibilidad de ingresar al palacio del sumo sacerdote Caifás y hacer entrar a alguien más, era imposible para los humildes discípulos de Jesucristo. Podemos deducir entonces que nuestro personaje es parte del entorno de los altos sacerdotes judíos de Jerusalén y no es ninguno de los doce apóstoles.
Para Michael Benoit, el cuarto evangelio es el recuerdo de un hombre que conoció a Jesucristo a la orilla del Jordán, lo siguió cuando este llegó a Jerusalén, presenció sus milagros, dio su casa para la última cena, estuvo al pie de la cruz y lo vio resucitado.

jesucristo
"El entierro de Cristo", Sisto Badalocchio.
El discípulo amado podría ser quien contactó a Jesucristo con gente acaudalada, como Lázaro, y con prominentes miembros del Sanedrín, como Nicodemo y José de Arimatea.
Justamente, estos dos últimos, encajan con la descripción del “discípulo amado”. Los dos viven en Jerusalén y  podrían haber prestado su casa para la última cena, ambos provienen de una familia adinerada, ambos podrían haber sido discípulos de Juan Bautista y también ambos tendrían las conexiones necesarias para poder entrar al palacio de Caifás el día que capturaron a Jesucristo.
Sin embargo, existe un grave problema, sus nombres son mencionados en el cuarto evangelio, y eso hace muy improbable que uno de ellos sea el “discípulo amado”.
Llevando la especulación al límite podríamos deducir que el “discípulo amado” fue alguien del entorno de José de Arimatea o Nicodemo y que, probablemente, fue quien les presentó a Jesucristo. 
La identidad del “discípulo amado” fue eliminada de los evangelios canónicos, con la excepción del relato que él mismo le contó a sus seguidores. Las razones de la marginación son materia de otro articulo que tendría que ver con la luchas internas entre las primera comunidades cristianas.
El cuarto evangelio nos presenta una visión mística de la vida de Jesús que no encontramos en los otros tres. Este es, en esencia, el legado del anónimo seguidor de Jesucristo, haya sido apóstol, discípulo o amigo.
Las citas bíblicas las hemos tomado de la New Revised Standard Version Holy Bible with Apocrypha. Oxford University Press, 1989. Para la versión en español hemos usado como base la anterior comparándola con La Biblia De Jerusalén Latinoamericana, Editorial Desclée De Brouwer, 2007. Hemos empleado además, como apoyo en caso de discrepancia, The Word Study Greek-English New Testament with Complete Concordance de Paul R. McReynolds, Tyndale House Publishers, 1999.
Fuentes:
- Raymond Brown (1979). The Community of The Beloved Disciple. Paulist Press.
- Michael Benoît (2010). El enigma detrás de los evangelios. Plaza Janes.

Por. A. Brian






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